La profecía
Se acercó a la entrada de la cueva. Miedo. Petricor . El sonido insistente del viento. El eco de las últimas palabras de su madre. Todo la sobrevino. Se acercaban las siete de la tarde y el sol no había salido en todo el día, por lo que tampoco sería capaz de ver la luna en el momento indicado. Le llegaba también el olor de la playa , donde debería haber dispuesto ya todo lo necesario para realizar la ofrenda que correspondía a esa época del año. El sonido de un violín resonó en su cabeza y su música le recordó a unos tiempos pasados en los que la tierra estaba seca y las mariposas se tomaban descansos posándose sobre sus brazos. Aquellas épocas quedaban atrás, los momentos en los que había conseguido ser feliz la habían abandonado tal y como lo había hecho el sol. Tal y como lo haría la luna. No quería quedarse a observar cómo el cielo fallaba a sus expectativas minuto tras minuto, así que volvió a la profundidad de la cueva para poder arrebujarse entre unas mantas que tenían...