La dulce venganza
Estaba harta, su trabajo de fin de máster le estaba consumiendo la vida con la rapidez de un pestañeo y a la vez con una parsimonia casi inaudita. Debería haber elegido otro tema, estudiar los distintos felino s del planeta, entonces podría centrarse en morirse de aburrimiento observando a su gato Sir Bigotes III. ¿Hablarían todos los gatos el mismo idioma? ¿Tenían acentos? ¿Era lo mismo un ‘ miau ’ que un ‘meow’ o los gatos británicos serían mucho más estirados que los españoles? No tenía claro que ninguno de esos desvaríos le fuese a dar más frutos como investigación, lo único que sabía a ciencia cierta era que en la asignación aleatoria le había tocado una de las peores ramas de la entomología y no podía con ella. Más le valía rezar para que el trabajo se hiciera solo. Salió de su habitación con paso apurado, bajar a la cocina a por comida y algo de beber era la excusa perfecta para alejarse de aquellos archivos y documentos que la estaban volviendo loca, ¿acaso los autores de a...