El accidente

Rielaba la luna sobre los iris de su mirada rota mientras ella observaba los restos quemándose sobre la arena. Las sempiternas llamas  devoraban la barquilla del globo aerostático, la malla había desaparecido hacía ya rato.

Comenzó a llegar la gente media hora después del accidente. Lo habían visto caer, pero desde el pueblo más cercano había una caminata larga si querías llegar a la playa andando. Ella desapareció antes de que los aldeanos llegaran, necesitaba mantener el anonimato.

Se fue con prisa, escondiéndose detrás de unas rocas que partían la costa en dos para que no la vieran. A sus oídos llegaban plegarias a Dios y a Cristo, la gente pedía que aquellos que habían estado en el globo se encontrasen bien.

Pero ella ya había visto la carne chamuscada y seguía lamentándose en silencio por haberse precipitado al apretar el botón. Llevaba semanas con una muela picada y se pasó la lengua por encima en busca del dolor, necesitaba castigarse.

Si tan solo hubiese esperado un par de segundos más, el globo habría caído sobre el agua. Los nervios le habían jugado una mala pasada.

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